Por Sofía Sendyk y Florencia Yanniello
El sábado 24 de mayo partieron -desde Bariloche y Villa la Angostura- dos caravanas hacia el territorio de las lof Melo y Kinxikew, con el objetivo de acompañar la lucha de estas comunidades que actualmente se enfrentan al riesgo de ser desalojadas. Esta jornada fue el resultado de la articulación entre distintas organizaciones mapuche y no mapuche que sienten la necesidad de expresar el rechazo a las medidas judiciales que avanzan sobre los territorios comunitarios. En este abrazo simbólico participaron vecinxs, periodistas, sindicatos, organizaciones sociales, feministas y ambientalistas y comunidades mapuche de Río Negro, Neuquén y Chubut.
El sol acompañó a las decenas de autos que se fueron concentrando en los puntos de encuentro establecidos, para dar inicio a la caravana hacia el mediodía. La consigna que más se leía era “No al desalojo de lof Melo y Kinxikew”, junto a carteles que decían: “Exigimos mesa de diálogo ya”; “En defensa de la vida y los territorios”; “Infancias libres de violencia”, por nombrar solo algunos. La llegada al territorio estuvo acompañada por saludos, sonrisas y emoción de quienes se acercaron y de lxs integrantes de las comunidades. Después de compartir un locro y charlas, todas las personas presentes se acercaron a la ruta 40, colocándose sobre las banquinas de ambos lados.

La ruta se llenó de wenufoye (bandera mapuche) y se hicieron sonar kultxug, kaskawilla, pifüllka y txutxuka (instrumentos mapuche). El ayekan (práctica de interpretación de instrumentos que buscan dar buen ánimo) fue acompañado por las personas presentes que hacían purun (danza realizada al son de los instrumentos). Entre tanto, se entregaban folletos a los autos que circulaban, con información sobre lo que está sucediendo. Muchxs de lxs transeúntes mostraban su apoyo con saludos.
De regreso al resguardo -en un gran círculo que incluía a todas las personas presentes, similar a un txawün (reunión)- comenzaron a hablar lxs genh ruka (dueñxs de casa), la logko Amancay Quintriqueo y el logko Lucas Melo. Luego, invitaron a que hablen otras autoridades de la zona -otros logko y machi– y personas que acompañan la lucha de cerca. La palabra circuló mientras todxs lxs presentes escuchaban en total silencio y con gran atención. Fueron mensajes de lucha, de resistencia y de apoyo. Como dijo Amancay: “nosotros vamos a seguir defendiendo el territorio de esta manera, porque somos conscientes de nuestro derecho ancestral en este lugar. No nos van a sacar y vamos a seguir resistiendo. La tierra no se vende, se defiende».
Para cerrar la jornada, se proyectó por primera vez el documental “El serpentear del ngen ko” -dirigido por Marion Prieto, integrante del GEMAS-. El documental recupera lo sucedido en el segundo foro txawün itinerante por el río Chubut, durante el cual se recorrieron distintos pueblos y comunidades, desde las nacientes del río hasta su desembocadura, abordando las problemáticas que atraviesan los territorios.
El origen del conflicto
El territorio que habitan desde hace más de cien años las comunidades Melo y Kinxikew está ubicado a ambos lados de la ruta 40, a mitad de camino entre las localidades de San Carlos de Bariloche (Río Negro) y Villa La Angostura (Neuquén). Se trata de una zona de bosque nativo, próxima al lago Nahuel Huapi y con una deslumbrante vista a la cordillera. Más allá de que las comunidades mapuche son preexistentes a la conformación de las provincias de Río Negro y Neuquén y del Parque Nacional Nahuel Huapi, el territorio que habitan quedó bajo la órbita de la Administración de Parques Nacionales, cuando el Perito Moreno “donó” las tierras para la consolidación de una reserva natural, que luego se convertiría en el Parque Nacional Nahuel Huapi. A pesar de estar en zona de reserva, en los alrededores de las comunidades hay numerosos emprendimientos turísticos privados, muchos de ellos de lujo. Como contracara, la comunidad Kinxikew administra el camping mapuche “Mañke Ruka”, desde donde intentan promover otra forma de turismo respetuosa con la mapu (tierra).
La situación de amenaza que atraviesan las comunidades comenzó a fines del 2011, cuando María Cristina Broers, una mujer de origen belga que vive en Villa La Angostura, inició una demanda exigiendo la restitución del lote pastoril 42, de 625 hectáreas, que reclamó -y sigue reclamando- como propio. Se trata de un lote que está dentro del territorio de las comunidades y que según declaraciones de Broers en medios locales “heredó de su familia y les fue robado y estropeado por delincuentes”.
Así lo relataba Amancay Quintriqueo, logko de la lof Kinxikew:
“Primero el tío de Broers llegó en la década del ‘70 en forma de amigo a pedirle a mi abuelo poder ingresar para ir a cazar a ese sector que hoy actualmente nos quieren desalojar. Antes la gente de campo era muy confiada y le permitían que fueran a cazar y, bueno, lo dejó como dos temporadas. A la tercera le empezó a alambrar y empezaron los conflictos”.
Amancay señala que ni María Cristina Broers ni su tío vivieron ahí nunca y, por el contrario, tanto lxs Melo como lxs Kinxikew tienen formas de demostrar su posesión ancestral del territorio. Además, se trata de dos comunidades que cuentan con la carpeta técnica del Relevamiento Territorial realizado por el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) y el gobierno provincial, donde se reconoce “la ocupación actual, tradicional y pública de la comunidad sobre esa tierra”.
La primera instancia judicial, cuando Broers demandó a las comunidades, finalizó en 2016 con una sentencia de desalojo de la justicia provincial de Neuquén, ordenada por el juez Luchino de Junín de los Andes. En ese entonces, las comunidades apelaron la sentencia pero la misma fue rechazada por haberse realizado fuera de los plazos establecidos. Allí se sucedieron una serie de intentos de desalojo que no se concretaron y las comunidades decidieron resistir en el territorio, recibiendo el apoyo y acompañamiento de vecinxs y organizaciones de Villa La Angostura y Bariloche.
Pasaron unos años hasta que en 2022 se agudizó el conflicto, ya que el juez civil Francisco Bonorino, de Villa La Angostura, ordenó la ejecución de la sentencia. En ese entonces, las comunidades apelaron nuevamente pero, una vez más, los recursos presentados fueron rechazados.
“Desde el 2011 hasta ahora nos intentaron desalojar cinco veces, tres jueces diferentes. Y este juez actual ya con un ensañamiento, en un contexto político que obviamente impulsa también este tipo de medidas y esta forma”, denunció Amancay. En el mismo sentido, Lucas Melo, logko de la lof Melo señaló:
“Es importante poder hacer frente a una injusticia que se está intentando cometer, que es un desalojo bastante tendencioso. Ha habido actitudes del juez bastante raras, para ser alguien que imparte justicia, y estamos preocupados”.
El largo proceso judicial siguió en 2024, cuando el Tribunal Superior de Justicia de Neuquén declaró inadmisibles los recursos presentados por las comunidades y finalmente, en abril de este año, el juez Bonorino dispuso la ejecución del desalojo. El pasado 9 de mayo las comunidades fueron notificadas de que tenían cinco días hábiles para desalojar su territorio y, en caso de no hacerlo, el desalojo se realizaría el lunes 19 de mayo. Desde ese momento comenzó una vigilia y resguardo del territorio, que se sostiene hasta hoy.
Las comunidades viajaron a Neuquén Capital, realizaron una conferencia de prensa en las puertas de la casa de gobierno provincial y se reunieron con referentes de organismos sociales y de derechos humanos y de la Pastoral Social; intentando que se pueda generar una mesa de diálogo para frenar el desalojo. Enseguida se publicaron notas periodísticas con versiones sobre la apertura de esa mesa para “resolver el conflicto”, pero las comunidades lo rectificaron en un video que difundieron por sus redes sociales: “Desmentimos lo que salió en los diarios sobre el freno al desalojo por una mesa de diálogo, queremos decirles que no se suspendió. Hay una gran responsabilidad del juez Bonorino que dictaminó que no va a generar ninguna mesa de diálogo y pidió que se continuará con el desalojo”. En paralelo, las comunidades presentaron un recurso de queja ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación y una medida cautelar ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
La decisión de Melo y Kinxikew fue de permanecer en resguardo del territorio y, para ello, organizaron distintas actividades bajo el lema “resistiremos con alegría”: una peña, un locro comunitario, la proyección de un documental, entre otras. “Vamos a resistir porque sabemos que el territorio es nuestro y no vamos a doblegarnos a todo el miedo que nos están queriendo generar”, agregó Amancay. Estas acciones se realizaron durante todo mayo y contaron con la participaron de muchas comunidades, no solamente de Neuquén, sino también de Río Negro y Chubut, y también de organizaciones sociales, ambientalistas y feministas, sindicatos y vecinxs de las localidades cercanas.

El proceso de articulación entre comunidades y organizaciones -que en muchas otras ocasiones no coordinaban acciones en conjunto-, resultó una potente estrategia política de visibilización y apoyo, y generó repercusiones mediáticas importantes. “Estamos contentos por el acompañamiento de mucha gente, de muchas organizaciones, gente de Neuquén y Río Negro e inclusive de logkos de Chubut, en esta resistencia que ya lleva muchos años y que se ha tornado más hostil estos últimos días”, finalizó el logko Lucas Melo.
Galería de fotos del encuentro
Fotos: Pilar Mateos y Sofía Sendyk












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