Una historia de asimetrías, violencias y engaños: el conflicto territorial en el paraje del arroyo Paichil

Recordemos que hacia fines de la década de 1880, los lonko José María Paichil e Ignacio Antriao se encontraban en este territorio y que apenas unos años después obtuvieron el reconocimiento territorial del Estado por su colaboración con la Comisión de Límites como baquianos en la cordillera. Desde entonces, fueron invitando y recibiendo a otros familiares y allegados de su pueblo, con quienes se distribuyeron y organizaron en distintos parajes para trabajar la tierra. En este contexto, Ignacio fue a buscar a su hermano Juan Bautista Antriao, a quien en un acuerdo de palabra -y según las normativas mapuche- le cedió el paraje del arroyo Paichil. Carmen Rail y Juan Bautista crían allí a sus hijos -tanto biológicos como de crianza. (Para profundizar esta parte del relato ver “El territorio ancestral de la Lof Paichil Antriao”) .  

La extensión de este paraje de la comunidad incluye hacia el norte la zona del arroyo Paichil y hacia el sur la zona de la vertiente.

El conflicto histórico del paraje del arroyo Paichil, hoy nombrado como Puerto Elma, que se encuentra dentro del territorio de la Lof Paichil Antriao, inició en la década de 1940, cuando el Estado, a través de Parques Nacionales, realizó el primer loteo inmobiliario del territorio de la comunidad (Lote Nº 9). Este negocio inmobiliario adquiere velocidad y se intensifica cuando se crea la 1º Comisión de Fomento de Villa La Angostura en el año 1946. Este es el contexto que aprovecha el ingeniero civil Juan José Dotras cuando en el año 1951 se apropia de las tierras y lotea un barrio masivo para la venta en el territorio de los Paichil Antriao. (Ver al respecto “La historia de lo que hoy es Puerto Elma, que en realidad fue la población de Juan Bautista Antriao y Carmen Rails”). (Fuente Gerardo Ghioldi, Biblioteca Osvaldo Bayer).

Sobre esto, Sara Quiroga nos cuenta que sus familias no estaban enteradas de lo que estaba sucediendo entonces y reflexiona: “Estaban vendiendo estas tierras con gente adentro por dos pesos con cincuenta. A nosotros ni nos veían, no éramos ni intrusos ni usurpadores, éramos como animales para ellos”.

En los relatos de la memoria, la experiencia del conflicto territorial con Dotras inicia cuando este pretende “vaciar” los lotes, corriendo a sus pobladores mapuche hacia otros lugares menos codiciados por el negocio que tenían en curso.  En la década de 1980, ciertos sectores de las elites locales -en complicidad con el Estado- empezaron un asedio hacia las familias mapuche del paraje del arroyo Paichil, con el fin de dejar liberada la costa al lago.

Este grupo de empresarios privados, entre ellos Juan José Dotras y sus hijos, se presentaron en las casas de las descendientes de Carmen Rail (Rosenda, Elma y Etelvina Antriao) provocando temores y haciendo amenazas para obligarlas a ceder sus derechos territoriales.

Dotras llegaba al lugar con comisarios, abogados, jueces e intendentes, para decirles a Rosenda, Elma y Etelvina que ese lugar no les pertenecía y que iban a prender fuego sus rukas con la familia adentro si no se retiraban, aludiendo a argumentos burocráticos y confusos como la falta de pago de los impuestos u otros similares. Elma Quiroga recuerda esos sucesos:

“Porque a mí cuando me vino el desalojo no había un abogado en la comunidad…. el privado me decía que firme los papeles, que mi mamá (Rosenda) firme para que yo tenga un pedacito de tierra aquí. Y mi mamá temblando dice ‘Vamos a firmar así nos quedamos acá’. Dice mi mamá ‘Me dan ese pedazo de tierra porque nunca pagamos impuestos’ (…) ellos nos echaban miedo y todos analfabetos nosotros, yo sé leer y escribir pero no tengo la universidad ni nada, ni el secundario… a gatas el primario y ahí. Éramos tan pobres que ni siquiera cuaderno y  lápiz teníamos (…) ¿Cómo vamos a ser usurpadores cuando el mismo gobierno reconoció a mis abuelos como los primeros pobladores? Éramos los primeros pobladores, en esas rukitas de piso de tierra… por eso nos querían mandar a otro lado a vivir”.

(Elma Quiroga)

Sara Quiroga tenía entonces unos diez años y recuerda también esos años en los que acompañaba a su abuela Rosenda:

“Dotras, era ingeniero, agrimensor. Cuando esta gente llega, llega un grupo allá por el 80. Aca venían todos, agrimensores, topógrafos, abogados, ingenieros. Yo iba siempre detrás de mi abuela, venía gente de la policía también. La que confrontaba era la abuela porque ella era Antriao. A la que había que sacar era a mi abuela. Encima ella tenía una forma de ser muy particular. Ella veía a una persona que llegaba con uniforme en un auto y temblaba de miedo. No era como mi mamá que te puede hablar así. Ella siempre estaba con miedo, no se expresaba bien. Con los años pensaba que si no estaba con una depresión, porque ella actuaba raro frente a esa gente de tanto poder. Para peor siempre se sumaban jueces de paz, autoridades del pueblo, el comisario del pueblo. Esas autoridades venían a abrirle paso a los otros y a reventarla. En los años 90 le dan el título a mi mamá como donación en una escribanía que no me acuerdo el nombre. Los apellidos que aparecen en esa donación son Dotras, Lanusse, Lanus, Ayerza, Romano y Sorbinetti. Las tierras de aquel lado se las repartieron entre abogados y agrimensores.”

(Sara Quiroga).

Esta supuesta donación de tierras escondió el despojo territorial de la familia de Juan Bautista y Carmen, puesto que al obligarlas -con amenazas y violencia- a firmar la entrega de un reducido sector en la costa del lago, pretendían asegurarse los papeles sobre el resto de los sectores costeros. Sin embargo, a pesar de estos engaños y artilugios ilícitos, unos años después Dotras también pretende el sector que le habían “donado”: 

“Después se arrepiente, el señor Dotras que hizo la hostería ahí, y me dice ‘Elma yo te voy a cambiar del otro lado de la ruta’ y me daba desde la ruta hasta donde baja otro camino al camping correntoso. Ellos lo que querían era este lugar, y le dijimos ‘No’, mi hija dice ‘¿Dónde nos vamos a bañar si no tenemos lago allá arriba?’ y ahí reflexioné… otro paso más para dar la firmeza”.

(Elma Quiroga). 

Los testimonios de Elma y Sara no solo evidencian el accionar violento, desigual y corrupto de estos empresarios de la región, sino también las prácticas mafiosas con las que dejaron sin márgenes de maniobra a la generación intermedia entre los abuelos y abuelas, y los nietos y nietas. 

Entre 7 y 10 años sufrió mi familia porque esta gente venía cada dos meses venían apretar a mí mamá,  a mi abuela, dependiendo de la temporada o sus negocios (…) No solamente a mi abuela le quitaron tierra.  También a Etelvina, la hija de su hermana Dominga. A todos ellos los sacaron y los arrinconaron a todos en terrenos de 300 metros… son todos terrenos inclinados. Mi mamá decidió pelear, si no hubiese peleado mi mamá esos terrenos también hubieran sido nuestro destino”.

(Sara Quiroga). 

Esta es la historia que está detrás del juicio que inicia en el año 2005, caratulado como “POPIK CARLOS CONTRA QUIROGA ELMA Y O. S/ACCIÓN REIVINDICATORIA” (Expediente Nro.846/05) y que trata sobre las pretensiones del complejo La Posada sobre el territorio de la familia de Elma Quiroga:

“Ese territorio corresponde a la chacra de mi abuela. La Posada había puesto su cerco de pino que plantaron ellos. Entonces en 2009 la hostería solo tenía 5.000 mts y ahora, con complicidad de Catastro de la provincia de Neuquén el lote de La Posada es de 10.000 mts. La unificación consistió en que cuando TIJES Inversiones S.A. compró la hostería La Posada en el año 2009, también compró el terreno a Carlos Popik a pesar de que estábamos en litigio por este terreno desde el año 2005.”

(Sara Quiroga).

Hoy en día los y las integrantes de la comunidad se encuentran a la espera de un fallo judicial que podría dar lugar a la ejecución de un desalojo injusto y arbitrario por no contar con la investigación debida sobre el mismo proceso histórico de despojo.

Frente a estas injusticias compartidas, las distintas familias de la comunidad -descendientes de los primeros pobladores, José Paichil, Ignacio Antriao y Juan Bautista Antriao- se juntaron para pelear colectivamente por sus derechos territoriales. En el año 2006, Elma es invitada por el lonko de la Lof, Ernesto Antriao, a participar y sumarse en la lucha por el territorio comunitario. 

“Pasaron los años, y en el 2006 mi mamá decide sumarse a la lucha. Mi mamá decía ‘Si nosotros somos mapuche, siempre fuimos mapuche’. Y ahí es cuando mi mamá empezó a apoyar la lucha mapuche y cuando empezó a andar con sus nietas en la lucha acá arriba en el cerro Belvedere, con las hijas de mi hermana, que les tiraban las camionetas, cuerpo a cuerpo con la policía”.

(Sara Quiroga).

Es entonces cuando Elma decide recuperar parte del territorio familiar injustamente despojado por Dotras en las décadas de 1980 y 1990. Junto a sus hijos e hijas plantean el resguardo comunitario de las tierras donde la abuela Rosenda tenía la huerta y donde Dominga vivió con su familia. 

El primer resguardo lo lleva a cabo uno de sus hijos, quien vuelve al territorio -ubicado entre la construcción actual del complejo turístico de La Posada y la casa de Elma- y levanta allí su ruka:

“Nosotros queríamos hacer un montón de cosas ahí, pero nos pusieron una medida cautelar tras otra, y en un momento vinieron amenazas feas. Si ponen Puerto Elma en el diario digital, les van a aparecer  noticias desde hace diez años, van aparecer todas las notas que nos prendían fuego. Nos trataban de delincuentes, de todo”.

(Sara Quiroga). 

Elma y Sara nos cuentan que Dotras vendió el complejo de La Posada a TIJES Inversiones, que es una empresa inversora española cuyas cadenas de hoteles se encuentran en diferentes lugares del mundo.

Para finalizar citamos las palabras con las que Elma resume esta historia:

“No había ni una casa acá en Villa La Angostura. No había caminos de auto, ellos decían que había huellitas de caballo. Haciendo picada, abriéndose ellos mismos caminos. Y cuando el gobierno les reconoció a José Paichil y a Ignacio Antriao este territorio, el mismo abarcaba desde el Lago Correntoso hasta el actual puerto Villa La Angostura. O sea que el pueblo de Villa La Angostura está asentado sobre territorio mapuche. ¿Qué pasa? Que nunca vieron a los verdaderos mapuche que eran dueños de tierra; los gobernantes le dieron prioridad a los grandes proyectos que traen los grandes inversionistas. Bueno, así pasó dice mi mamá que sufrieron mucho…”

(Elma Quiroga).

* Esta nota se complementa con las siguientes notas sobre Puerto Elma: La historia del silencio; El territorio ancestral de la Lof Paichil Antriao; Despojos Impunes

Referencias bibliográficas:

Ghioldi, G.  (2021) «La historia de lo que hoy es Puerto Elma», Biblioteca Osvaldo Bayer. Diario Andino. Consultado 10 de abril del 2021.

Publicado por

GEMAS

El Grupo de Estudios sobre Memorias Alterizadas y Subordinadas (GEMAS) es una red de investigadores (docentes y alumnos) pertenecientes a distintos centros universitarios del país. Desde su conformación en el año 2008 se ha venido desarrollando en espacios formales de investigación y extensión, así como en espacios informales de participación política e intercambio de conocimientos.