Jornada Franco-Argentina
“La memoria en perspectiva”-
Autora: Prof. y Lic. María Andrea Gago
En este escrito nos proponemos compartir los avances de un proceso de investigación que iniciamos hace unos tres años, en el marco del doctorado en Antropología por una beca doctoral de CONICET. El proceso de investigación que estamos desarrollando se sustenta en el enfoque etnográfico para analizar procesos educativos (Rockwell, 2011; Pallma y Sinisi, 2004; Santillán 2007) que nos posibilita describir procesos, integrar conocimientos locales de diversos actores, documentar lo no documentado, considerar las relaciones de poder y desigualdad para construir alternativas educativas (Rockwell, 2011). A partir de diversas estrategias de investigación, entre las que se destacan la observación y las entrevistas en profundidad, nos proponemos conocer las experiencias formativas de jóvenes de la “comunidad boliviana”[1]. Nos parece imprescindible reconocer la complejidad que supone el análisis de las trayectorias educativas y cómo estos recorridos experienciales se dan en “tramas de intervenciones y relaciones que están socialmente configuradas” (Laura Santillán, 2012, p.252).
Si bien en nuestro proyecto de investigación inicial estaba centrado en las relaciones entre las trayectorias educativas de les jóvenes, los proyectos migratorios de las familias y las experiencias en la escuela secundaria, a partir del trabajo de campo que iniciamos, estamos profundizando en la construcción de registros documentales que nos permitan analizar las experiencias formativas de un grupo de jóvenes mujeres[2] en espacios comunitarios y escolares, cómo significan y resignifican las prácticas escolares, festivas y familiares, cómo se articulan sus experiencias con el proyecto migratorio familiar en el contexto de una ciudad industrial patagónica. Hemos advertido que ser parte de una “comunidad migrante” es un punto clave para analizar las trayectorias educativas que no habíamos tenido en cuenta al momento de escribir el proyecto de investigación y que con el devenir del trabajo de campo se constituye como un emergente central para la construcción de nuestro de objeto de investigación.
En esta oportunidad nos proponemos compartir algunos avances y preguntas en torno a las relaciones entre los procesos de construcción-transmisión de memorias que las familias migrantes bolivianas deciden transmitir a les jóvenes y su relación con sus procesos de identificación, focalizando en sus experiencias formativas de les jóvenes en espacios de prácticas festivo-recreativas comunitarias. Entendemos que las “prácticas y representaciones de los sujetos son heterogéneas. En ellas se pueden detectar experiencias sociales e históricas diferenciadas, huellas del pasado intentos de transformarlas, construcción de sentidos en relación con lo vivido y con aquello que supone porvenir.” (Achilli, 2005, p.25) Las experiencias de les jóvenes con quienes estamos investigando-que pertenecen a los que se denomina segunda generación de migrantes (García Borrego, I., 2003) o hijos de migrantes- se inscriben en un contexto migratorio en el que la “comunidad boliviana[3]” tienen prácticas culturales mayormente “quechuas”, ligadas a los lugares de origen que buscan mantener y transmitir a las nuevas generaciones.
La comunidad se constituye como un espacio social es el que se realizan diversas prácticas a través de las que promueven dinámicas de continuidad de ciertas prácticas sociales ligadas a los lugares de origen de los migrantes, sin desconocer que esos procesos están atravesados por conflictos ligados a la condición de clase, de género, étnica[4] y generacional. Tal como Novaro y Diez (2015) reconocen en sus investigaciones en Escobar y en el sur de C.A.B.A., nosotres consideramos que en Comodoro Rivadavia parecería ser que “la reconstrucción de algunas referencias socio-territoriales asociadas a Bolivia, aparece como principio o requisito de socialización en las generaciones más jóvenes” (p.335).
Comodoro Rivadavia: ciudad extractivista patagónica
Comodoro Rivadavia es una ciudad que se encuentra al sur de la provincia de Chubut, Argentina, que fue fundada a partir del descubrimiento del petróleo en 1901. Esta matriz fundacional ha condicionado el poblamiento de la ciudad y la vida de sus habitantes. El desarrollo de la industria petrolera en la ciudad y sus alrededores, conocida como la Cuenca del Golfo San Jorge, a partir de la instalación de empresas extranjeras y la posterior empresa estatal YPF, promovió la migración de personas, fundamentalmente varones, que residían en diferentes provincias del norte del país (Catamarca, Salta, entre otras) y de otros países tanto europeos como latinoamericanos.
Lelio Mármora (1968) realizó un estudio en el que analiza las estructura social de la ciudad señala que “en el censo de 1944 se registraban ciudadanos de 42 países” (p.29), siendo una de las pocas ciudades que registraba tal variedad de población, similar a Buenos Aires y Rosario. Asimismo, este origen ligado a la producción petrolera incidió en la distribución espacial de la ciudad: un “norte” empresarial y planificado (en el que los barrios se fundaron a partir de los “campamentos petroleros” y un “sur” generado a partir de ocupaciones de tierras desde la década de 1940. En la actualidad, la ciudad posee una extensión de 548,2 km², alrededor de cincuenta barrios y una población total de 177.038 habitantes según el censo nacional 2010 a cargo del INDEC.
Debemos contextualizar estos procesos migratorios a escala local con movimientos nacionales e internacionales. Como es sabido, Argentina ha sido un país que en diferentes períodos ha recibido grupos de personas de diversos países. Tal como señala Fernando Devoto (2009) podemos decir que en Argentina hubo seis oleadas de migrantes de ultramar, provenientes principalmente de Europa, que estaban estrechamente relacionadas con las fases expansivas de la economía argentina y con la oferta migratoria a nivel global. En relación a la migración de personas provenientes de países limítrofes, según los estudios realizados por Benencia (1998-1999) y Ceva (2006), entre otros, sabemos que también se mantuvo estable a lo largo de la historia, aunque con diferentes intensidades, pero que evidencia características diferentes a la migración europea, no sólo por la cercanía con los lugares de origen de los sujetos que han migrado sino también por las políticas estatales de migración que se dio Argentina.
En el caso de Comodoro Rivadavia, según investigaciones locales es posible identificar estrechas relaciones entre los ciclos de producción de petrolera y los movimientos migratorios: los llamados “boom petroleros” (la suba del precio del barril del petróleo) marcan períodos en el que la región, principalmente la ciudad ha “vivido” cambios significativos. Por ejemplo, en el último “boom petrolero” (2004-2013), tal como afirman Baeza y Grimson (2011), durante el período mencionado el mapa poblacional de la región se complejizó con la llegada de nuevos grupos migratorios: bolivianos, paraguayos, peruanos, entre otros, cuando históricamente la mayor cantidad de migrantes provenía de Chile. Como nos advierte Benencia (1998-1999) la presencia de poblaciones migrantes en un mismo espacio geográfico “ha impulsado en Argentina el fenómeno de la diversidad cultural como hecho social” lo que también está acompañado de procesos de estigmatización y xenofobia, ante lo cual los grupos de migrantes “deben crear nuevas formas culturales para resistir” (p.256). Este proceso también puede advertirse a nivel local, siendo el grupo de migrantes bolivianos uno de los grupos migratorios más estigmatizado a nivel de relaciones cotidianas, en el campo laboral, sanitario y educativo (Baeza, B. 2011).
Esto sólo podremos comprenderlo si recuperamos la formación nacional de alteridad que en tanto “matriz idiosincrática de producción y organización de la alteridad interior de la nación (…) produce realidades (Segato, Rita, 2007, p.29). Para Segato (2007) el proceso de nacionalización argentino significó moldear una especie de “etnicidad ficticia”, librada de cualquier particularidad, de todo rasgo de “barbarie” a través de instituciones y de un trabajo estratégico se impuso la idea del “terror étnico”, central para comprender las diferencias nacionales. En nuestro país se impuso la nación ligada a la ideología euro-céntrica de la élite portuaria “inventada en el laboratorio de la generación del ´80 y reproducida en la escuela mediante una depurada técnica de clonaje” (Segato, 2007, p. 58). Esto, por ejemplo, puede evidenciarse en el origen de las escuelas secundarias que estuvo estrechamente vinculado a la conformación del estado-nación y la formación de élites políticas y burocrática, con un curriculum humanístico, de base enciclopedista y eurocéntrica (Puiggrós, 1996). Esta matriz fundacional aún opera en muchas prácticas de enseñanza escolar, tal como afirma Mariana Nobile (2007) el ideario del “blanco/europeo” se encuentra presentes en el trato cotidiano entre los grupos de estudiantes. En síntesis, como afirma Pizarro (2009) “frente al discurso del crisol de razas y del europeo como buen inmigrante, la inmigración proveniente de países latinoamericanos se convirtió en el prototipo de la inmigración no deseada” (p.10).
En Comodoro Rivadavia, según diferentes estudios llevados a cabo por investigadores locales, podemos decir que las familias migrantes, que han llegado a la región en busca de trabajo, tratan de mantener prácticas y costumbres propias de sus lugares de pertenencia y entablan relaciones con otras familias migrantes en barrios periféricos (Baeza, 2006, p.11). De acuerdo a lo analizado por Baeza, Brígida (2011) pueden distinguirse dos grupos de migrantes bolivianos que han llegado a Comodoro Rivadavia: un primer grupo, que provenía de Santa Cruz de la Sierra, el cual llegó por intermedio de empresas petroleras durante el boom petrolero de 1958-1963, mayormente compuesto por varones y dentro del cual podemos encontrar comerciantes, rentistas y algunos profesionales; y un grupo perteneciente a la región de Cochabamba, llegados en la etapa posterior a la privatización de YPF en la que se inició una etapa de revalorización de la actividad portuaria al servicio de la actividad petrolera. Estos migrantes bolivianos se dedican a actividades ligadas a la construcción, al comercio en ferias o puestos callejeros, a las pesqueras (principalmente las mujeres como fileteras) y al servicio doméstico, atravesados por la precariedad laboral y la insalubridad. Baeza (2011) afirma que las “dificultades que asume la inserción de los migrantes bolivianos en Comodoro Rivadavia, tanto en las interrelaciones que se generan en el mercado de trabajo como en la interacción cotidiana, generan en la comunidad boliviana una fuerte percepción de rechazo y marginación por parte de la sociedad receptora” (p.6). Siguiendo el análisis de la autora, “el asociacionismo se propone revertir y generar una serie de lazos entre los migrantes bolivianos y en relación a la sociedad de origen que tiende a mitigar las dificultades señaladas” (Baeza, 2011 p.6).
A partir de lo descripto, y dada la particular conformación poblacional de Comodoro Rivadavia, nos interesa analizar cómo les jóvenes que pertenecen a familias migrantes bolivianas construyen sus identificaciones a partir de sus experiencias formativas comunitarias que forman parte de sus trayectorias educativas.
Prácticas comunitarias y experiencias formativas: entre las “raíces” y las redes sociales
Recuperando los aportes de Ana Ramos (2011) para pensar la memoria en contextos de desigualdad y diversidad, es necesario partir de “un momento de articulación-una constelación pasado-presente” que Benjamín entiende como “el momento político de la memoria”: “cuando las imágenes heredadas-precisas, autónomas y verdaderas, se iluminan, conectan y articulan como memorias de una época y un grupo.” (p.144) En el trabajo de investigación que desarrollamos consideramos que las prácticas comunitarias son fundamentales para la construcción de memorias colectivas, que como afirma la autora, son actualizaciones heterogéneas e históricas producto de trayectorias de personas y grupos que comparten sus experiencias heredadas y vividas por ellos mismos, trasmitidas con sus detalles y sentidos potenciales, aunque no siempre inspiren interpretaciones (Ramos, 2011, p.144). En la organización de las fraternidades y la organización de celebraciones comunitarias se transmiten imágenes y saberes que implican un modo de entender el mundo ligado a la formas de vida propios de los lugares de origen de donde migraron muchas familias. Estas prácticas promueven que los jóvenes transiten experiencias formativas a partir de las cuales construyen sus identificaciones. Muches jóvenes se suman a fraternidades[5] ya constituidas, formadas por adultes que tienen más tiempo de residencia en la ciudad, pero otros también intentan formar nuevas. Allí les jóvenes bailan danzas ligadas a las diferentes regiones de Bolivia y participan de celebraciones comunitarias: día de la independencia de Bolivia, fiestas de la Virgen, carnavales, cumpleaños de 15, casamientos, bautismos, entre otras. Cada fraternidad cuenta con un pasante principal que oficia como un coordinador del grupo, tanto en lo que refiere al sostenimiento económico como de organización de actividades.
En general, estas actividades tienen lugar en salones y canchas ubicadas en los espacios barriales que ocupan principalmente en la zona sur de la ciudad, lo que puede analizarse como una “segregación espacial” (Novaro y Diez, 2015, p.315). Muches paisanos que tienen más cantidad de años de residencia han construido salones propios para evitar alquilar, no sólo por una cuestión económica sino también para no recibir acusaciones sobre la falta de higiene (muches suelen decir que “son sucios” porque suelen “tirar” bebidas al piso, lo que es parte de ciertas tradiciones ligadas a prácticas culturales de sus lugares de origen: una ofrenda a la Pachamama.)



Por ejemplo, para organizar la Fiesta de la Virgen de Copacabana, que es una de las celebraciones que convoca a la mayor cantidad de gente en el año, los pasantes de cada fraternidad se reúnen para organizar la fiesta con el pasante principal-alguien de referencia para la comunidad que tiene a su “resguardo” a la Virgen-. En 2018 participaron alrededor de 22 fraternidades, incluyendo cinco aproximadamente que llegaron de otras ciudades patagónicas (como Puerto Madryn y Caleta Olivia). Estos referentes, de acuerdo a lo que conocemos hasta el momento, son adultos varones que están en la ciudad hace muchos años y que “son gente de plata” (Emily, nota de campo 16-04-19), es decir que cuentan con un capital económico que los distingue del resto de los paisanos y le permite costear la mayor parte de los gastos de la Fiesta (alquiler del lugar, seguridad, comida para las familias que van a su casa, equipos de sonido, traslado de las fraternidades que llegan de otras ciudades). A su vez, los pasantes de cada fraternidad también deben contar con esas características ya que deben contribuir con el pasante principal para la organización de la Fiesta, y de los trajes de los bailarines (aunque en algunos casos los pasantes les piden a los bailarines que compren sus trajes) que son pedidos a Bolivia, la comida para todos los integrantes cuando hay una presentación y los traslados.
Lo descripto explicita parte de las diferencias que se dan al interior de la comunidad migrante y que las jóvenes con quienes estamos investigando reconocen como una cuestión central que dificulta la unión de los paisanos para trabajar por proyectos comunes, como la compra de un predio para la comunidad que les posibilite dejar de alquilar, la construcción de un templo (capilla o iglesia) para la Virgen y una colectividad que integre a todos los paisanos. En este sentido, es necesario señalar que en la ciudad existen dos colectividades que cuentan con personería jurídica: una que el municipio local-a través de la Secretaría de Cultura- convoca para diferentes actividades (como los carnavales) y la otra que es reconocida por la “Comunidad de Asociaciones Extranjeras[6]”. Podemos afirmar que ambas se disputan la representatividad en eventos públicos en los que se solicita la representación de la comunidad boliviana, y que en diferentes momentos han tenido más o menos respaldo del Consulado del Estado Plurinacional de Bolivia en Comodoro Rivadavia, tal como se señala en la investigación realizada por Baeza (2011). En ese trabajo se describía la dinámica estas asociaciones están ligadas en su origen a los diferentes grupos migratorios que llegaron desde Bolivia, cuyas diferencias que “se distinguían por el contexto en que llegaron a la ciudad, su inserción socioeconómica y modos de vinculación con las autoridades locales, provinciales y del país de origen diferentes, lo cual repercutió en distintas formas de asociarse” (p.11).
En la actualidad, es posible decir que muches jóvenes migrantes e hijes de migrantes también están disputando representatividad y promoviendo la conformación de nuevas formas de agrupamiento y de ocupación de ciertos espacios. Conocemos jóvenes que han conformado fraternidades y grupos de “música andina” “nuevos” y que se están organizando para pensar prácticas y proyectos que “unan a todos” (Emily, nota de campo 16-04-19). Estes jóvenes son estudiantes universitaries que, forman parte de la segunda generación de migrantes y están advirtiendo algunas problemáticas que atraviesan otres jóvenes que consideran necesario abordar les adultes de la comunidad arraigados a ciertas tradiciones y concepciones ligadas a la ruralidad no tienen en cuenta. Al mismo tiempo, estes jóvenes y muches otres en las prácticas de danzas dentro de las fraternidades también interpelan a les adultes e intentan plantear formas alternativas a las tradicionales, como en los pasos y en las formas de organización interna.
En estos procesos encontramos que el acceso a internet y las redes sociales son claves para entender algunas propuestas de cambio. Les jóvenes que participan activamente en las fraternidades, por ejemplo, buscan conocer más sobre las prácticas de danza en Bolivia, siguen a referentes de las filiales de allá, a través de lo que también buscan “mejorar” sus prácticas. Nos resulta interesante considerar estas vinculaciones que mantienen con otres a través de las redes sociales, sus relaciones con familiares y conocides en Bolivia, a partir de las cuales producen prácticas propias en las que significan y resignifican ciertas “tradiciones”. Emily, una joven que ha formado su fraternidad (y que ha buscado un pasante que la apoye) remarca la importancia de mantener estos vínculos porque le permiten conocer cómo es la danza ya que ella nunca vivió allá y el boliviano neto-neto te critica en la cara, se enojan los mayores si no bailan como se hace tradicionalmente (nota de campo16-04-19).
Los conflictos mencionados pueden analizarse desde lo planteado por Andrea Szulc (2015) que sostiene que los sujetos “vinculan, resignifican y reorganizan los diversos mandatos, significados, expectativas, intereses e identidades de múltiples formas” lo que da cuenta del “carácter disputado, construido y dinámico de las tradiciones” (Szulc, 2015: 180-181). El formar parte de fraternidades es una de las experiencias formativas que resultan centrales en las trayectorias educativas de las jóvenes y en sus procesos de identificación como migrantes o hijes de migrantes bolivianes, que les diferencia de quienes no participan de estas prácticas. En las familias que estamos conociendo hay diferencias entre les hermanes en cuanto a las estos procesos de identificación y en general elles lo vinculan a su participan en las prácticas comunitarias: hay quienes dicen asistir como “espectadores” solamente referencian a Bolivia como el lugar de origen de sus padres solamente mientras quienes forman parte de ciertos colectivos dentro la comunidad se presentan como parte de ella.
Asimismo, encontramos diferencias entre las experiencias que transitan jóvenes varones y mujeres dentro de la comunidad: son las mujeres quienes más son advertidas de ciertos “cuidados” que deben tener al ir a determinadas celebraciones, los horarios y lugares por los que transitar[7]. Este es un punto que también surge en los relatos de las jóvenes con quienes investigamos y que ha sido señalado como uno de los motivos por los cuales muchas jóvenes no participan de algunas prácticas. Las advertencias de les adultes giran en torno al cuidado del cuerpo de las mujeres, ya que en las celebraciones las bebidas alcohólicas generan “excesos en muches paisanos” (nota de campo, 2-11-18).
En las prácticas familiares y comunitarias se evocan los tres elementos de la moral andina: El ama sua, ama llulla, ama quilla” (“no robarás”, “no mentirás”, “no serás perezoso”-nota de campo 4-05-19), no sólo se pretenden transmitir ciertos saberes ligados a tradiciones sino también forma de ser y modos de vida ligados a concepción andina de la vida: el Ayni que orienta el modo de relacionarse entre los miembros de la comunidad, basado en la reciprocidad y la complementariedad. Como afirma Sergio Caggiano (2010) para el caso de la migración aymara en el sur de Buenos Aires,
“en el contexto de destino de la migración se recrean algunos de estos rasgos de la inserción social en origen; en especial, el despliegue de ciertas destrezas que permiten el desarrollo económico (entre ellas, la actualización de redes sociales y organizativas definidas o experimentadas como aymaras o andinas, como el ayni o como el compadrazgo) y la discriminación o el desconocimiento de un porcentaje importante de la sociedad receptora, que suma a la discriminación cultural y racial, elementos de xenofobia (p. 54)”.
Las celebraciones, festividades y rituales son prácticas centrales para la transmisión de ciertas tradiciones y memorias ligadas al lugar de origen. Podríamos decir que es a partir de la participación en estas experiencias que niñes y jóvenes aprenden saberes, se van apropiando de ciertos modos de vida, a la vez que proponen cambios, cuestionan tradiciones y establecen otras formas de vincularse con el lugar de origen de sus padres.
A modo de concusiones
Pensar los procesos de identificación de les jóvenes pertenecientes a la comunidad migrante boliviana supone pensar procesos complejos inscriptos en tramas sociales configuradas por relaciones construidas históricamente. En dichos procesos resulta preciso atender a la transmisión de ciertos saberes, a los procesos intergeneracionales de trasmisión de memorias, silencios, olvidos. En este trabajo pretendimos detenernos y focalizar en cómo a través de las prácticas festivo recreativas en la comunidad migrante se van compartiendo y resignificando ciertas imágenes del pasado ligada a la vida en los lugares de origen de les migrantes bolivianes que habitan Comodoro Rivadavia. ¿Cómo les jóvenes significan las tradiciones? ¿Qué “usos” hacen de las tradiciones? Para muches bailar por ejemplo es sólo parte de una práctica de socialización con otres de su edad y de disfrute, distanciada de un marco religioso o ligado a un sentido “ancestral”, por ejemplo.
Como afirma Laura Kropff (2009) es preciso situar históricamente los procesos mediante los cuales les jóvenes construyen interpelaciones generacionales en cada sociedad y las formas específicas de agencia que allí se articulan. Analizar estas prácticas también nos permite reconocer la heterogeneidad de sentidos atribuidos a una misma práctica y cómo esas imágenes heredadas y trasmitidas al ser articuladas pueden promover propuestas de cambio al interior de la comunidad por parte de les jóvenes, prácticas políticas que generan conflictos, movimientos y tensiones. En muchas ocasiones proponen nuevos espacios para habitar, nuevas formas de vincularse, tensionan y cuestionan ciertas tradiciones, y hasta las formas “históricas” de ser migrantes en Comodoro Rivadavia.
Bibliografía
- Achilli, Elena (2005) “Un enfoque antropológico relacional. Algunos núcleos identificatorios” y “El campo de la investigación socio-cultural” en Investigar en antropología social. Los desafíos de trasmitir un oficio. Laborde Editor; Rosario, Argentina.
- Baeza, B. (2006) “Chilenos y bolivianos en Comodoro Rivadavia, (Chubut)”, publicado en: Grimson, Alejandro y Jelin, Elizabeth (comps.) Migraciones regionales hacia la Argentina. Diferencia, desigualdad y derechos, Buenos Aires: Prometeo. Pp. 353-378.
- _______(2013) “Trabajadores migrantes bolivianos y paraguayos en la construcción. Comodoro Rivadavia, Chubut”. Revista Trayectorias. Revista de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Nueva León. Año 15, Núm. 37. Julio-Diciembre 2013. ISSN: 2007-1205. Pp. 31-52. Disponible en: http://www.redalyc.org/pdf/607/60728973002.pdf
- __________ (2011) “Migración boliviana en Comodoro Rivadavia (Chubut): Asociacionismo y lazos transnacionales”, publicación conjunta de la Red de Investigadores Argentinos sobre migraciones internacionales contemporáneas, Red IAMIC, Programa RAICES, Estudios para el debate. Cynthia Pizarro (Coordinadora). Editorial Ciccus, Bs. As.
- Benencia, Roberto: “El fenómeno de la migración limítrofe en la Argentina: interrogantes y propuestas para seguir avanzando”, en Revista de Estudios Migratorios Latinoamericanos. Año 13/14, Nº 40-41, 1998-1999.
- Caggiano, Sergio (2010) Del Altiplano al Río de La Plata: la migración aymara desde La Paz a Buenos Aires en Torres, Alicia (coord..) Niñez indígena en migración. Derechos en riesgo y tramas culturales. – Quito: FLACSO, Sede Ecuador – UNICEF (TACRO) – AECID (Serie Foro)
- Ceva, Mariela (2006), “La migración limítrofe hacia la Argentina en la larga duración”, en: Grimson, Alejandro y Jelin, Elizabeth (comps.), Migraciones regionales hacia la Argentina. Diferencia, desigualdad y derechos, Buenos Aires.
- Devoto, Fernando (2009) Historia de la inmigración en la Argentina. Editorial Sudamericana. Buenos Aires. Selección de capítulos Prometeo. Pp. 17 a 46.
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- Kropff, L. (2009) “Apuntes conceptuales para una antropología de la edad” En Revista Avá Nº16. Diciembre 2009. Posadas: UNAM.
- Mármora, Lelio: MIGRACIÓN AL SUR, argentinos y chilenos en Comodoro Rivadavia, Buenos Aires, Ediciones Libera. 1968
- Novaro y Diez (2015) Educación y migración en la Argentina: expectativas familiares, mandatos escolares y voces infantiles en Novaro, Padawer y Hecht (2015) Educación, pueblos indígenas y migrantes. Reflexiones desde México, Brasil, Bolivia, Argentina y España (pp.311-340) Bs.As: Biblos
- Rockwell, E. (2011) La experiencia etnográfica. Historia y cultura en los procesos educativos. Paidós. Bs. As.
- Santillán, L. (2012) Quiénes educan a los chicos: infancia, trayectorias educativas y desigualdad. Buenos Aires: Ed. Biblos
[1] Así denominan al colectivo de familias migrantes las personas (adultes y jóvenes) con quienes estamos trabajando en la investigación: una comunidad donde “se comparte todo” (celebraciones, ritos, por ejemplo) y que “se conocen entre todes” (entre comillas lo dicho por les entrevistades). A quienes la integran los nombran como “paisanos”
[2] En este tiempo de trabajo hemos participado de diversas actividades que han posibilitado establecer vínculos más estrechos con algunas jóvenes mujeres, con quienes estamos trabajando para construir sus historias de vida.
[3] Así denominan al colectivo de familias migrantes les propies sujetos con los que estamos trabajando en la investigación, la comunidad donde “se comparte todo” (celebraciones, ritos, por ejemplo) y que “se conocen entre todes” (entre comillas lo dicho por les entrevistades).
[4] Recuperamos los aportes de Novaro y Diez (2015) quienes nos advierten que sobre “la complejidad que supone la configuración nacional” y “los marcadores de pertenencia colectiva como vehículos activos de identificación en términos de nacionalidad o de etnicidad” (pp. 334-335), considerando que Bolivia es un Estado Plurinacional.
[5] Son grupos que se forman para bailar alguna danza tradicional de cierta región de Bolivia
[6] En Comodoro Rivadavia se organiza todos los años la Fiesta de las Colectividades.
[7] También encontramos diferencias vinculadas a la organización familiar, como que las mujeres tienen ciertas responsabilidades de cuidado de les menores, pero que no desarrollaremos porque excede los propósitos de esta presentación.
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