“La memoria no se demuele”: Osvaldo Bayer presente

Generalmente, la palabra memoria en nuestro país se asocia con el movimiento de derechos humanos y las denuncias contra los crímenes de lesa humanidad y el terrorismo de Estado relacionados con la última dictadura militar, la transición democrática y los reclamos para que se conozca la verdad y se haga justicia. La memoria colectiva, social o popular ha sido, de este modo, ampliamente abordada por las ciencias sociales y las humanidades a través de investigaciones pioneras e imprescindibles que, años más tarde, retomamos desde la red de Estudios sobre Memorias Alterizadas y Subordinadas (GEMAS). Los estudios sobre la memoria, a su vez, se han entrelazado con discusiones conceptuales sobre el archivo, los arcontes y las prácticas de archivación, así como también con análisis y reflexiones relacionadas con procesos de judicialización.

En esta ocasión, con el recuerdo aún fresco de una multitudinaria marcha a Plaza de Mayo por el Día Nacional de la Memoria, por la Verdad y la Justicia, Osvaldo Bayer se hace presente en las redes sociales. Los vientos del sur agitaron una noticia el 25 de marzo –Día del Trabajador de Prensa, tarea que Osvaldo honró junto con la de historiador–: el gobierno nacional encomendó a Vialidad Nacional derribar el monumento que lo homenajeaba en Río Gallegos, en la provincia de Santa Cruz, inaugurado el 24 de marzo de 2023.

La trayectoria de Osvaldo trae a la escena otras memorias; las memorias silenciadas de grupos considerados como otros, es decir, como alteridades subalternizadas por prácticas de poder y saber, cuya visibilidad y presencia en el espacio público apenas ha podido expresarse. Las memorias de los pueblos indígenas y sus derechos, precisamente, integran el marco jurídico-normativo de los derechos humanos, tal como ha quedado expresado en tratados internacionales —entre los cuales se destaca el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (1989) y la Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (2007)— y en la Constitución Nacional (art. 75 inc 17), entre otras normativas.

Considerando los procesos de larga duración es evidente que la expansión colonial sobre los territorios indígenas no se detuvo con el advenimiento de las repúblicas en Abya Yala, sino que se profundizó tras las declaraciones de la Independencia. Este colonialismo —que operó de distintas maneras según los diferentes frentes colonizadores— continúa en el presente debido a que no fue un evento sino, justamente, un proceso. Dicho proceso no ha concluido debido a que los territorios aún no han sido restituidos a sus legítimos poseedores, a pesar de que la lucha indígena logró —excepcionalmente— recuperar algunas porciones. El despojo se perpetúa, así, en el marco de un proceso genocida contra los pueblos originarios que no ha tenido instancias de reparación y que, por lo tanto, continúa impune.

El nombre de Bayer se hilvana con el de David Viñas. En 1979, en el contexto de persecución política, la voz de David formuló una serie de preguntas a través de las cuales estableció relaciones de contigüidad entre dos genocidios distanciados por un siglo. En su libro Indios, ejército y frontera —publicado durante su exilio en México en 1982 y luego en Argentina en 1983— denunció la “peculiar capacidad silenciadora para negar la violencia que subyace a la instauración del estado liberal” (p. 17) y la censura ante los problemas vinculados a sus propios orígenes. Enfatizó, entonces, en la necesidad de llamar las cosas por su nombre y —reacentuando el término oficial matanza— habló de genocidio y de las elipsis historiográficas, y consideró a los muertos de la llamada “Conquista del desierto” (1879-1885) como los primeros desaparecidos:

¿Dijeron algo de ese silencio o colaboraron en el borramiento de las huellas que todo eso dejó? (…) ¿por qué no se habla de los indios en Argentina? ¿Y de su sexo? ¿Qué implica que se los desplace hacia la franja de la etnología, del folclore o, más lastimosamente, a la del turismo o de las secciones periodísticas de faits divers? Por todo eso me empecino en preguntar: ¿no tenían voz los indios? ¿O su sexo era una enfermedad? ¿Y la enfermedad su silencio? Se trataría, paradójicamente, ¿del discurso del silencio? O, quizá, los indios ¿fueron los desaparecidos de 1879? (Viñas, 1983, p. 18).

Haciéndose eco en las palabras de Viñas y apelando a una reflexividad ácida, Hernán J. Vidal deslizó su autocrítica al quehacer disciplinar. Hernán era un arqueólogo devenido antropólogo social, quien falleció en 1998 mientras realizaba su trabajo de campo en la ruta internacional que, en pocos minutos, conecta y desconecta dos ciudades cordilleranas: Río Turbio (provincia de Santa Cruz) y Puerto Natales (provincia de Última Esperanza, XII región de Magallanes y de la Antártica Chilena). Se encontraba en ese entonces investigando sobre las fronteras y los chilotes. Años antes, tras firmar el informe de la primera exhumación forense vinculada con crímenes de lesa humanidad en Argentina, Hernán impulsó —junto a otros estudiantes prontos a graduarse— la creación del Equipo Argentino de Antropología Forense en 1984. La analogía que movilizaba a Viñas, sostuvo Vidal,

tenía que ver con las distancias y acercamientos entre el etnocidio fueguino y el que acaba de producir el aparato de represión estatal. El terrorismo de Estado y los desaparecidos eran cosa del norte. En Ushuaia era posible imaginar una crítica social de la violencia que no se basara en exhumar las osamentas de compañeros de nuestra misma generación, sino de indios. Otros desaparecidos que podían ser manipulados con la distancia cultural e histórica que permite la alteridad (Vidal, 1993, p. 69).

Tras la noticia sobre la destrucción del monumento a Osvaldo Bayer en Río Gallegos, en este clima absurdo que estamos viviendo, el despliegue simbólico de una retroexcavadora masticando la imagen de Osvaldo se suma a las numerosas provocaciones y al desplazamiento del piso de discusión hacia la derecha, que nos obliga a explicar lo ya explicado, a demostrar lo ya demostrado y, también, ya juzgado. Osvaldo, justamente, logró sintetizar —con los años— la lucha de los huelguistas masacrados en 1921 en la Patagonia austral, y las luchas de los pueblos originarios. Cuando escribió Los vengadores de la Patagonia Trágica (1972) y La Patagonia Rebelde (1980), el contexto no le permitió comprender que muchos de esos huelguistas eran indígenas que habían sido desmarcados como tales, invisibilizados como mano de obra precarizada en las zonas rurales, o considerados bajo el gentilicio chilote una vez que se asentaron del otro lado de la frontera (Nahuelquir y Rodríguez, 2021).

Durante los últimos quince años de su vida, sin embargo, cada jueves, luego de la ronda de las Madres de Plaza de mayo, Bayer realizaba un acto frente al monumento de Roca en la Ciudad de Buenos Aires; cita a la que solía acudir y acompañar la Red de Investigadores sobre Genocidio y Política Indígena. En Santa Cruz, en cambio, se suele celebrar sólo una parte de su obra y trayectoria: al investigador que indagó y desclasificó documentos relacionados con las huelgas en la Patagonia austral, e hizo trascender la historia de las trabajadoras sexuales de Puerto San Julián quienes, en 1922, se negaron a servir a las tropas al mando del teniente coronel Varela. La desmonumentalización de Roca, sin embargo, al igual que su impronta anarquista no tuvo mayor espacio, como tampoco lo tuvieron las denuncias por el genocidio de los pueblos originarios.

Entonces, transcurrido medio siglo desde la publicación de los cuatro tomos de Bayer sobre las huelgas y fusilamientos –cuyo antecedente es el libro La Patagonia trágica de José María Borrero (1928)–, estas reflexiones invitan a preguntarnos ¿qué es lo que hoy no estamos pudiendo pensar? ¿Qué es lo que no estamos viendo? En otras palabras, ¿cuáles son nuestros impensables y puntos ciegos en el presente? Y, también, ¿en qué medida habilitamos nuestra disposición para comprender la interseccionalidad y atender las demandas de colectivos alterizados y subalternizados en términos raciales, étnicos, de clase, de edad, según la nacionalidad y el género?

A veces no logramos ver por cuestiones de ideología, otras porque no contamos con las categorías o los instrumentos de pensamiento adecuados, y otras simplemente por falta de predisposición ética o política para tomar en consideración hechos, personas y grupos, tal como sostuvo Pierre Bourdieu (2007). Es decir, por una suerte de resistencia a reflexionar, o bien, tal como viene sucediendo últimamente en algunos sectores de la sociedad, por una actitud negacionista, por pura apatía o por el involucramiento exclusivamente con el propio ombligo, que vive la fantasía de haber descendido de los barcos.

Imagen: Marion Prieto

Obras citadas

Bayer, Osvaldo (2002 [1980]). La Patagonia Rebelde. Edición Definitiva. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Planeta.

Bayer, Osvaldo (1994). La Patagonia Rebelde. II. La Masacre. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Planeta.

Bayer, Osvaldo (1972). Los vengadores de la Patagonia Trágica. Tomo I. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Galerna.

Bayer, Osvaldo (1974). Los vengadores de la Patagonia Trágica. Tomo III. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Galerna.

Bayer, Osvaldo (1984). Los vengadores de la Patagonia Trágica. Tomo IV. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Brugera.

Borrero, José María (1999) [1928]. La Patagonia trágica. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Peña Lillo y Ediciones Continente.

Bourdieu, Pierre (2007). El sentido práctico. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Siglo XXI.

Nahuelquir, Sergio V. y Rodríguez, Mariela Eva. (2021). Cien años invisibles: Pueblos originarios y chilotes en las huelgas de la Patagonia. En A. Moyano, G. Ghioldi y D. Rodríguez Reis (Eds.), Patagonia rebelde, cien años (pp. 29-58). Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Red editorial.

Vidal, Hernán Julio (2019 [1993]). A través de sus cenizas: Imágenes etnográficas e identidad regional en Tierra del Fuego (Argentina). Tesis de Maestría en Antropología, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Sede Ecuador. En M. E. Rodríguez, A. C. Gerrard y M. Vidal (Eds.), A través de sus cenizas: Homenaje a Hernán Julio Vidal (1957-1998). Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Impresión preliminar para presentación en Ushuaia, Río Grande y Puerto Williams.

Viñas, David (1983). Indios, ejército y frontera. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Siglo XXI.

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Mariela Eva Rodriguez

Investigadora Adjunta del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), en la Sección Etnología del Instituto de Ciencias Antropológicas (ICA) de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Profesora del departamento de Ciencias Antropológicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Luego de graduarse como Licenciada y Profesora en Ciencias Antropológicas en la UBA, bajo la dirección de la Dra. Claudia Briones, realizó una maestría en Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Notre Dame y un doctorado en la Universidad de Georgetown (ambos en Estados Unidos), bajo la dirección de la Dra. María Rosa Olivera-Williams y de la Dra. Joanne Rappaport respectivamente. Participa en equipos de investigación de la ANPCyT, de CONICET y de la UBA, y en proyectos en la provincia de Santa Cruz que vinculan demandas indígenas, gestión estatal e investigación académica. Desde una perspectiva etnográfica comprometida vincula presente y pasado a través de la memoria oral y el trabajo en archivos. Su investigación con miembros del pueblo tehuelche, mapuche y mapuche-tehuelche ha profundizado en los siguientes temas: memoria, procesos de invisibilización y reemergencia indígena, patrimonialización, recuperación de territorios, restitución de restos humanos, interculturalidad y revitalización lingüística. En el marco de una etnografía colaborativa, desde el 2014, trabaja también al pueblo charrúa de Uruguay.